Congregación

NUESTRA CONGREGACIÓN

Nuestra Congregación fue fundada el 12 de Agosto de 1834, en Génova, por Paula Frassinetti, con el nombre de Hijas de la Santa Fe. La casa se transformó inmediatamente en escuela para niñas pobres.

Después en 1835, en respuesta a un mayor servicio, se amplía el horizonte de la misma. Paula Frassinetti asume la Obra de Santa Dorotea, del Padre Lucas Passi, que, teniendo como centro dinamizador la Parroquia, y con la ayuda de jóvenes con mayor formación, proponía reunir a niñas, buscándolas en su ambiente de vida y de trabajo, y creando lazos de amistad, ayudarles a crecer como personas y como cristianas. La importancia de esta nueva vertiente apostólica llevó a la Fundadora a cambiar el nombre del Instituto, pasando a llamarse Hermanas de Santa Dorotea.

Después de una gran expansión en Génova, la Congregación llega a Roma en 1841, dedicándose inmediatamente a la educación en Patronatos y Escuelas y a la dinamización de la Obra de Santa Dorotea en Parroquias.

En 1866, este dinamismo apostólico en crecimiento salta los confines de Italia y llega a Brasil, en Enero; y a Portugal, en Junio.

En 1910, hay una nueva expansión de la Congregación para España, Suiza, Bélgica, Inglaterra, Malta, Estados Unidos, con las Hermanas portuguesas expulsadas de Portugal con la implantación de la República.

En 1934, en el centenario de la Fundación, llegamos al continente Africano – Angola.

Y así va creciendo la Congregación, en extensión y en profundidad.

Los tiempos posconciliares son de intensa escucha de los signos de los tiempos, de reflexión y de adaptación a la nueva realidad del mundo y de la Iglesia, culminando en el Capítulo General de 1979, con la elaboración y aprobación de las nuevas Constituciones…

NUESTRO CARISMA – MISIÓN EN EL MUNDO

Nuestra participación en la misión de Jesucristo se concretiza en el servicio al crecimiento integral de la persona a través de la Educación Evangelizadora (cf. Constituciones 5).

Esa es la misión que realizamos en los 13 países de los 4 continentes donde estamos presentes (Angola, Albania, Brasil, Camerún, España, Estados Unidos, Filipinas, Italia, Malta, Mozambique, Perú, Portugal, Suiza).

La Educación tiene, en las Constituciones, una dimensión y un sentido que va más allá de cualquier expresión de misión. En efecto, educar, para nosotras, significa dejarse poseer por la pedagogía del Evangelio que lleva a la persona a descubrir que es amada por Dios, a creer en ese amor y a crecer hasta la plenitud de la madurez en Cristo (cf. Constituciones 26).

Dando preferencia a los jóvenes y a los pobres.

La promoción de la justicia y de la fraternidad universal es la opción determinante para el cuidado de la casa común y el servicio a la transformación del mundo en la gran familia de Dios (cf. Constituciones 27).

Este Carisma de educar se expresa en diferentes Instituciones, Servicios, Proyectos – Instituciones Educativas desde la Guardería a la Enseñanza Universitaria, Servicios e Instituciones de carácter social, animación pastoral a nivel de comunidades en medios populares, parroquias, diócesis, animación juvenil y catequética, Ejercicios Espirituales…

LA ESPIRITUALIDAD

La espiritualidad expresa lo concreto de la vida, vivida según la guía del Espíritu que para nosotras, a la luz del Evangelio y del testimonio de Paula Frassinetti, es:

UN MODO DE VER, DE RELACIONARSE Y DE ACTUAR,
FRUTO DE UNA OPCIÓN,
QUE NACE Y SE ALIMENTA CONTINUAMENTE
DE UNA PROFUNDA EXPERIENCIA DE DIOS
EN JESUCRISTO
,
PERSONAL Y COMUNITARIA,
QUE NOS IDENTIFICA Y UNE EN LA IGLESIA
COMO FAMILIA DOROTEA,
PARA SER UNA VOZ PROFÉTICA
EN NUESTRO MUNDO.

La espiritualidad incluye a toda la familia Dorotea, Laicos y Hermanas, como un hilo que nos une y orienta nuestras decisiones y misión, un hilo que da forma a nuestra vida al servicio del Reino.

Desde el principio, la gran personalidad de Paula Frassinetti marcó las decisiones fundamentales y las tradujo en gestos significativos:

– la pobreza – y la fiesta de Santa Clara de Asís es el día de la Fundación;
– el mayor servicio – y el celo apostólico la lleva a cambiar el primer nombre del Instituto;
– una espiritualidad apostólica sólida y exigente – y asume la tradición ignaciana.

La espiritualidad ignaciana

Nuestra estructura interior, formada en la escuela de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, exige la mas perfecta abnegación y una creciente generosidad que sólo se puede alcanzar en una familiaridad continua con Dios (Const. 7).

¡Alma, espíritu y corazón de Ignacio! (Paula Frassinetti – 6 de junio de 1867.)

La pasión por el Reino

La inserción en la realidad, la atención a las prioridades de la Iglesia local, la determinación de ir adonde haya mayor esperanza de un mayor servicio a los hombres, expresan la audacia de la fe y el compromiso por el Reino, que impulsaron a Paula Frassinetti y tienen que continuar marcando nuestra voluntad común de dar la vida hasta el fin (Const. 28).

…a buen entendedor, pocas palabras bastan. Por eso, solamente os digo que tengáis los ojos puestos e la brújula para que no os perdáis en el camino. La brújula es la voluntad de Dios. Así que fijad la mirada ahí, sin mirar nada más (Paula Frassinetti, Roma, 1880).

La simplicidad

La alegría y la serenidad, la amistad sincera, el olvido propio y la delicadeza en el trato son expresión de una comunión fraterna, marcada por la sencillez que caracteriza nuestro espíritu de familia. A su vez, dan a la comunidad capacidad de apertura y acogida (Const.32).

[119]* Amarán y anhelarán con todo su corazón esa bonita sencillez, tan agradecida a Jesucristo, una sencillez que descarta toda apariencia y disimulo, aleja cualquier vana búsqueda de amor propio, toma siempre preferentemente el camino más directo y común, y que hace que se trate al prójimo sin pretensiones, sin afectación ni artimañas, sino con una soltura modesta y una afección sincera y cordial; una sencillez, finalmente, que solo se fija en Dios, sin preocuparse de sí misma ni de sus propios intereses, sin buscar nada más que lo que pueda agradar a Él y sea más acorde a su divina voluntad (Paula Frassinetti, 1851).

La pobreza

La continua conversión al Evangelio, tanto personal como congregacional, es el camino de liberación de toda clase de seguridades y condición indispensable para ser y manifestarnos verdaderamente pobres (Const.19).

Que amen todas la pobreza como una madre y consideren como ventaja y ganancia valiosa las ocasiones en las que podrían verse afectadas por las consecuencias de alguna privación de parte de lo necesario… (Paula Frassinetti – Const. 1851, 453).

La pobreza, como un muro sólido….se debe apreciar y conservar (Paula Frassinetti – Const. 1851, 452).

Espíritu de familia

Como familia de Paula, vivimos en sencillez el amor de Jesucristo, que constituye la fuerza de a nuestra unidad (Const. 10).

Educar, para nosotras, significa dejarnos poseer por la pedagogía del Evangelio, que lleva al hombre a descubrir que es amado por Dios, a creer en ese amor y a crecer como persona hasta la plenitud de la madurez en Cristo (Const. 26).

Siempre y en todo la mayor gloria de Dios y el bien del otro

Don Bosco, habiendo ido a visitar a Paula a San Onofre, nos dijo a todas: «vuestra Madre General es un verdadero girasol», en alusión a su mente que siempre miraba al cielo.

Según vayan las cosas, conoceremos la Voluntad de Dios, la única joya que buscamos. (Paula Frassinetti – 8 de marzo de 1850.)

LA FAMILIA DOROTEA

La misión de educar y la vivencia de la espiritualidad dorotea son compartidas, de forma creciente y con expresiones diversas, por los muchos Laicos que asumen nuestra vida-misión, formando una gran familia, La Familia Dorotea.

Los Laicos son parte integrante de nuestra identidad carismática, desde los orígenes. Participan, con las Hermanas, en la misión de Jesucristo sirviendo al crecimiento integral de la persona a través de la Educación Evangelizadora (cf. Constituciones 5), de forma diferente y complementaria. Juntamente con ellos, en misión compartida, es como somos verdaderamente respuesta, en las diferentes realidades y expresiones de la misión.

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