Durante la Semana Santa de 2025, dieciséis jóvenes de entre 17 y 30 años participaron en la Misión Pascua, iniciativa promovida por la Pastoral de la Juventud Dorotea en Portugal, en la Provincia Europa. La actividad tuvo lugar entre los días 16 y 20 de abril de 2025, en las Parroquias de Gulpilhares y Arcozelo, en Vila Nova de Gaia (Oporto), con el apoyo del padre Jorge.
La experiencia reunió a estudiantes de las escuelas Doroteas, universitarios y jóvenes trabajadores, quienes vivieron intensamente los días centrales de la fe cristiana —desde el Miércoles Santo hasta el Domingo de Resurrección— en comunión con las comunidades locales. El programa incluyó momentos de oración, compartir y servicio, en una verdadera inmersión en el misterio pascual.
Temprano por la mañana, los jóvenes se reunían para tiempos de oración y reflexión, buscando inspiración en la Palabra de Dios y fuerza en el Espíritu Santo para las actividades del día. Al final de las jornadas, el grupo volvía a encontrarse para la oración de la noche, en un clima de recogimiento y gratitud, repasando los momentos vividos y confiándoselos a Dios.
Uno de los puntos culminantes de la misión fueron las celebraciones con los fieles de las parroquias. Participar en las liturgias de la Última Cena y el lavatorio de los pies, del Vía Crucis y de la Vigilia Pascual permitió a los jóvenes vivir con profundidad los pasos de Jesús, en un clima de comunión y renovación espiritual. “Caminábamos con Cristo, contemplando sus sufrimientos y dejándonos tocar por las cruces de hoy”, testimoniaron los participantes.
La dimensión del servicio también estuvo presente en visitas a residencias de ancianos, donde el grupo compartió escucha, alegría y presencia, siendo señal del amor y la ternura de Cristo. El Sábado Santo, acompañaron a Ministros Extraordinarios de la Comunión en la visita a enfermos, y realizaron la Peregrinación del Silencio, momento de oración profunda ante las soledades, pérdidas y esperas, iluminadas por la esperanza de la Resurrección.
En la noche de la Vigilia Pascual, la luz del Cirio brilló como señal de la victoria de Cristo sobre la muerte, llenando de alegría los corazones de los misioneros. “Cada paso fue un acto de fe; cada silencio, una oración”, resumió uno de los jóvenes.
La Misión Pascua fue, para todos, una oportunidad de renovar la fe, fortalecer la compasión y testimoniar que el amor de Cristo sigue vivo en el mundo, a través del servicio, la escucha y la oración.












